Pero eso no es todo lo malo: basta mirar las cifras para darse cuenta de que en el último año, España ha descendido 6 puestos y la nada despreciable cifra de 19 posiciones desde el comienzo de la crisis.
El Ranking de la reconocida escuela de negocio mide cómo los países gestionan sus recursos económicos y humanos para aumentar sus niveles de prosperidad.
Las economías más competitivas de los 60 países clasificados en el reporte son EE.UU., Suiza y Hong Kong. A pesar de todos sus reveses financieros: EE.UU. se mantiene en el centro de la competitividad mundial debido a su singular poder económico, el dinamismo de sus empresas y su capacidad de innovación.
Las naciones más competitivas de Europa son Suiza, Suecia y Alemania, cuyas economías se mantienen orientadas a las exportaciones manufactureras y sostienen serias políticas de disciplina fiscal.
Al igual que el año pasado, en el resto de Europa la economía está fuertemente limitada por los programas de austeridad que están retrasando la recuperación y se pone en tela de juicio el carácter oportuno de las medidas propuestas.
Un tercio de los 329 criterios de clasificación, utilizados por IMD en su Ranking Mundial de Competitividad, proviene de una encuesta exclusiva de la institución académica, donde participan más de 4.200 ejecutivos internacionales.
Las economías emergentes en general siguen siendo altamente dependientes de la recuperación de la economía mundial. En América Latina, México (del 37 al 32) registró el mayor adelanto al ascender cinco posiciones, en mérito al mejor manejo de su política fiscal y marco institucional.
También países como China, Rusia o Polonia escalan posiciones, y mientras tanto en Europa, aumenta cada vez más la brecha entre países del centro y norte que mejoran sus posiciones (Suiza, Suecia, Alemania) y la maltrecha periferia de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España).
Parece que en esta nueva Europa, por poner un símil, los cerdos son cada vez más cerdos y el norte sólo quiere alimentarlos porque ven próxima la época de la matanza que les promete buenos chorizos y salchichones. Así que, a gritar y revolverse toca ante la próxima amenaza del cuchillo de algún que otro matarife con acento germano. Puede que sólo así, algún que otro cerdo -probablemente el que más corra- sea el que se escape ...
Fernando González
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