Estimados lectores y amigos:
Llega
Septiembre y con él comienza un nuevo curso, aunque éste parece que se nos
presenta a todos un poco más difícil que el anterior.
No hay
más que leer los periódicos para darse cuenta de que el mundo anda últimamente
bastante revuelto.
Si
durante los últimos meses la bolsa se mueve al compás de los vaivenes y
declaraciones del presidente del BCE, lo mismo parece ocurrir con la salud de
las economías de la zona Euro, y muy en especial con la de los países
periféricos, entre los cuales nos hemos de incluir.
No
parece que divisemos muestras de calma chicha por el momento, pero, si en medio
la incesante zozobra que parece alejarnos del camino de la recuperación, se nos
muestran algunas tablas de salvación, éstas parecen venir marcadas con el
nombre del turismo (el extranjero, eso sí, porque el poder adquisitivo del
españolito de a pie lo tenemos bastante tocado) y del sector exterior.
Incluso
así, no es oro todo lo que reluce. Está claro que la salida al exterior puede
ser la solución a parte de nuestros problemas, pero ¿dónde se encuentran los
mercados más interesantes? También eso con la crisis está cambiando y, si antes
los mercados de interés se encontraban al lado de casa (nuestros principales
socios de la UE), ahora ellos sufren también las embestidas de la crisis de
consumo y las oportunidades surgen en países que emergen más lejos de nuestras
fronteras.
De
todas formas estas cosas no suceden así de un día para otro, ni creo que venga
yo ahora a anunciar una primicia mundial , sino que viene hace tiempo siendo
anunciado por los medios de comunicación. Esta semana sin ir más lejos aparecía
en la editorial del diario “Cinco Días” una artículo que no tiene desperdicio y
que reproduzco al final de este post.
Entonces,
¿qué hacer en una situación así? Para aquellos que apreciéis mi opinión – la de
un humilde “emprendedor”que entiende un poco de estos temas- llega el momento
de pensar, más que nunca, con la cabeza.
Nunca
las empresas han necesitado estar tan bien gestionadas como ahora y nunca han
necesitado tanto competir en mercados
tan globalizados. Por eso, ante todo, debemos plantearnos qué podemos ofrecer:
¿somos
competitivos? – porque si no lo somos aquí difícilmente lo seremos fuera.
Y si
lo somos, ¿dónde estamos y dónde queremos o podemos llegar?
Hoy
más que nunca, con un buen producto y un adecuado enfoque, podemos llegar a donde
nos propongamos.
Y es
que a mi siempre me ha gustado decir que
“al final las cosas pueden ser tan fáciles o tan difíciles como las queramos
hacer”.
Sólo
me queda desearos a todos MUCHA SUERTE Y ÁNIMO en este nuevo curso que ahora
empieza.
Un cordial saludo
Fernando González
ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDITORIAL DEL DIARIO “CINCO DIAS”
EL 04/09/2012
Señales de alerta en el sector exterior
A
medida que avanza y se agrava la crisis económica, España cede terreno en el
mercado exterior. Pese a que tanto las exportaciones como el turismo extranjero
se han mantenido hasta ahora como los dos grandes pulmones de nuestra economía,
los últimos datos respecto a las primeras muestran una tendencia negativa muy
preocupante. La cuota exportadora de España, que marca el peso dentro de los
intercambios comerciales mundiales, se situó en la primera mitad del año en el
1,6%, lo que supone una caída del 9%. Ello ha relegado nuestra economía a la
decimoséptima posición de la clasificación mundial de naciones exportadoras,
dos puestos por debajo del que ocupaba en el mismo periodo de 2011. India y
Taiwán, dos naciones emergentes y extremadamente competitivas, han ocupado esas
posiciones.
El motivo del abrupto retroceso del sector
exterior español no es otro que la mala situación económica que atraviesa el
conjunto de la zona euro, principal destino de nuestras exportaciones. Un
oscuro panorama que incluye a Italia y a Portugal, ambos en plena recesión,
pero también a Francia, que acumula ya dos trimestres sin crecimiento, y a una
Alemania que todavía lo mantiene, aunque limitado a un 0,5%, según datos del
segundo trimestre de este año. Sin embargo, el gran exportador germano tampoco
se ha mostrado inmune al mal comportamiento de las economías de sus vecinos.
Alemania ha perdido el segundo puesto dentro del ranking del comercio mundial
en favor de Estados Unidos, tras haber cedido ya el primero en el año 2009 frente
a la imparable economía china.
De todo ello cabe extraer dos grandes
conclusiones que no son nuevas, pero cuya importancia crece a medida que avanza
esta crisis. La primera es que España está pagando en estos momentos no solo la
factura de la recesión que se cierne sobre Europa, sino también el error de
haber concentrado el grueso de las ventas exteriores en una única región, en
lugar de haber optado por diversificarlas. Ese exceso de concentración
comercial constituye uno más de los muchos puntos débiles que sufre nuestra
economía. Una deficiencia grave que debe ser abordada cuanto antes de forma
estratégica, con todo el apoyo institucional posible y suficiente visión de
futuro. Ello incluye la necesidad de hacer un esfuerzo dirigido a mantener o
mejorar la calidad y rebajar precios, de forma que nuestros productos sean lo
suficientemente competitivos como para abrirse camino con solvencia en el
mercado exterior.
La segunda conclusión se refiere a
Alemania, y al mito de una invulnerabilidad económica que no es tal en un mundo
cada vez más interconectado y global. Una advertencia que Berlín haría bien en
escuchar y tener en cuenta para matizar y flexibilizar la dureza de sus
posiciones políticas dentro la Europa del euro.
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